
Durante una representación teatral, la misma presidenta del colectivo que gestiona la obra hace a su vez las veces de apuntadora, en un entorno donde el estrés por querer verlo todo bien hecho es la nota dominante. Una organización perfecta detrás de los escenarios sirve para organizar el caos y permitir que las cerca de 2000 personas que asisten al evento se vayan a casa con un buen sabor de boca.



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